Si te gustan los quesos, este es el artículo que necesitas para saber más sobre cómo es posible distinguir los diferentes tipos que hay. Así, hay tres aspectos fundamentales para tener en cuenta a la hora de estudiar un queso: la textura que tiene la pasta, cómo es el proceso de maduración y cuál el origen de la leche.
¿Cómo puedes distinguir los tipos de quesos?
Como decíamos, uno de los aspectos que hay que tener en cuenta la textura. Esta puede ser dura (quesos tipo parmesano), semidura si hablamos de edam, blanda para el brie, semiblanda si es de Cabrales o muy blanda para los quesos frescos.
Sin embargo, los aspectos que tienen más interés para la distinción de queso son los otros dos. En primer lugar, hablaremos sobre el origen de la leche. Fundamentalmente, esta leche para la elaboración del queso puede provenir de cabras, ovejas, vacas o búfalas. El queso de cabra se caracteriza por tener una menor cantidad de grasa y ser de fácil digestión. Los más típicos serían el queso de Cabrales, el majorero de Canarias o bien la variedad de queso feta. Por otro lado, si se utiliza leche de oveja el queso será más denso y tendrá más grasa y proteína, lo que le confiere gran cantidad de aromas y más intensidad en el sabor. A destacar estarían el queso Idiazábal o el manchego. En cuanto a los quesos de vaca, que son la mayoría, cabe destacar que son ricos en minerales como es calcio, en vitaminas y en proteínas. Pueden utilizarse leches enteras o las variedades desnatadas o semidesnatadas para disminuir el contenido en grasas. Los más conocidos son el cheddar, el emmental o el gouda. Por último, está el queso elaborado a partir de leche de búfala, que tiene un alto contenido en grasas y se utiliza tanto tierno como seco.
En cuanto a la forma de elaboración y maduración, destacan el queso maduro y el queso fresco. El queso maduro es aquel que requiere pasar un tiempo a unas condiciones determinadas de temperatura y humedad con el objetivo de que se produzcan cambios físicoquímicos en el queso, lo que afecta a su sabor. Pueden ser queso curado, que tiene una maduración entre 106 y 179 días o queso semicurado, que requiere entre 36 y 104. Si se utilizan otros periodos de maduración, hablaríamos de tierno, viejo o añejo. En el caso del queso fresco, como el queso mascarpone o el queso de Burgos, se consume directamente tras la fabricación y se caracteriza porque retiene gran parte del suero de la leche.
En resumen, ahora que ya sabes más sobre los tipos de queso, te animamos a que pruebes los nuestros y nos digas qué te parecen.